Había una vez un ratón inteligente y bien entrenado. Todo lo que tenía que hacer era pulsar un botón para desencadenar un orgasmo de alta intensidad. El neurólogo José Delgado le implantó electrodos que estimulaban artificialmente sus centros cerebrales excitados durante el acto sexual.
Pues bien, desde el momento en que aprendió lo que había que hacer, el ratón no hizo nada más. Pulsó el botón una y otra vez. ¿Y sabes lo que consiguió? Un récord de 6.000 orgasmos al día.
Ah, así que es posible en el laboratorio. Los ratones pueden. ¿Y los humanos? ¿En el dormitorio?
Sin eyaculación = multiplicación
El experimento de Delgado ha demostrado algo fundamental. Lo mismo que la tradición erótica oriental mencionó hace muchos siglos: el orgasmo no se limita a ondas de contracciones musculares en los genitales, sino que se localiza en una zona cerebral específica.
Y otro dato interesante, la eyaculación y el orgasmo no son siameses. El orgasmo y la eyaculación son dos funciones corporales distintas. ¿Y qué? Y por eso es posible controlar perfectamente la energía sexual.
Si el hombre deja de eyacular, es posible revertir el líquido seminal, que se transforma en energía almacenada que se transporta por la columna vertebral hasta el cerebro.
He aquí un método más potente que el dispositivo de Delgado y lleno de felices sorpresas. ¿Por qué es más potente? Porque es natural y puede llevarte a estados de éxtasis.
Cuando eliges este tipo de hacer el amor, tu pareja obtiene la recompensa de un orgasmo que puede repetirse decenas de veces durante la fusión erótica, pero sin perder energía. La mujer también puede experimentarlos espontáneamente. El hombre necesita un entrenamiento consciente.
Tiempo ilimitado = iluminación
Las parejas que practican el arte tántrico de hacer el amor lo saben: la combinación de la estimulación de los genitales con el ritmo consciente de la respiración y los sonidos del placer conduce a estados de orgasmo intensificados y en cascada durante el mismo acto erótico.
Por eso, es útil acumular sensaciones, porque así preparas primero tu mente y luego tu cuerpo. Además, al amplificarlas, puedes alcanzar paroxismos eróticos incluso sin contacto físico, sino simplemente controlando tu respiración.
Durante la fusión erótica, mediante la relajación, la respiración y determinados procedimientos, se detienen las contracciones musculares que provocan la eyaculación del hombre. Las sensaciones orgásmicas, sin embargo, se acumulan continuamente, se amplifican en el cerebro y los amados alcanzan cotas insospechadas de placer erótico.
¿Te lo imaginas? Incluso los científicos que han investigado los antiguos tratados eróticos de Oriente se quedaron sorprendidos cuando se enteraron de que algo así era posible. Pero como cualquier científico que se respeta, empezaron a comprobarlo.
Y así descubrieron que el orgasmo activa más de 80 áreas cerebrales. Casi todas las partes del cerebro se iluminan durante el orgasmo, empezando por los centros de placer asociados al cuerpo y extendiéndose a ambos hemisferios cerebrales a medida que el orgasmo se prolonga.
De aquí al estado de trance erótico, de éxtasis místico, sólo hay un paso.
Transfiguración = intensificación
En el método tántrico de la continencia erótica amorosa, el Eros sólo tiene valor junto con la transfiguración.
Es decir, el beso, el abrazo, la fusión del hombre y la mujer son más que el encuentro de dos personas, son el encuentro de Shiva y Shakti, la pareja cósmica. El eterno masculino y el eterno femenino.
Así que para el hombre y la mujer, un dispositivo como el inventado por el neurólogo José Delgado no significaría mucho. Porque una pareja que quiere llegar al éxtasis necesita transfigurarse, sacralizar el acto erótico.
¿Cómo ve la mujer al hombre, y cómo se ve a ella misma? ¿Y cómo ve el hombre a la mujer, y cómo se ve a él mismo?
Multiplicación + iluminación + intensificación = éxtasis
Los orgasmos múltiples no son un fin en sí mismos. Sólo un peldaño. El hombre y la mujer lo pueden escalar cuando son capaces de entregarse en el amor y conectarse con el ser del otro para experimentar el orgasmo total, el orgasmo cósmico.
De este modo, lo masculino y lo femenino tienen la oportunidad de armonizarse plenamente, de fundirse y fusionarse espiritualmente. Porque a pesar de las esperanzas que muchos tienen, el Tantra no es una apología del placer, sino un camino vital hacia la iluminación.
Utiliza el placer para ir más allá del placer. A través de diversos procesos, los maestros de este arte pretenden alcanzar cada vez el objetivo final: la disolución del ego y la fusión con la energía divina que existe en todas partes, en la naturaleza y en el alma humana.
Bien practicado, el arte del éxtasis erótico se convierte en la conexión sagrada con uno mismo, con la verdadera naturaleza. Es entonces cuando el espíritu trasciende hacia nuevas dimensiones.